Hoy el cielo es viejo,
de Chernobyl, metálico, feo como un
incesto sólo imaginado.
Hoy el cielo no llama a nadie
sólo es una bóveda hueca,
inerte, donde subirse a horcajadas,
y lanzarse para morir aplastado
de tantos sueños, tantos vuelos.
Ando a manotazos, dentelladas
(sí, secas y calientes)
porque busco todas las calaveras
que aún se deben desenterrar.
Ya no actúo,
sólo duermo, sin rayos de luz,
sin premoniciones, seca
como un desierto de ataúdes vacíos
que me esperasen al final de
una pesadilla ya vivida.
me ahogo, tengo la boca
colmada de seda
ahogando sueños.